domingo, 20 de julio de 2008

Entrevista a Mario Garcia


Hace frío en Buenos Aires. De a ratos el cielo muestra un tono celeste detrás de nubes negras amenazantes. Adentro, en una oficina de Munro, el periodista Mario García espera sentado frente a su computadora. Tiene 64 años y desde hace 14 está al frente de Biciclub, una revista de alcance nacional que también se distribuye en Uruguay, con una tirada mensual de 15 mil ejemplares. “Trabajé casi toda mi vida en producción de cine y publicidad. Después de eso me dediqué a hacer un programa de televisión periodístico sobre ciclismo, que duró unos ocho años aproximadamente. Durante ese proceso fue que me volqué al periodismo. Haciendo el programa surgió la alternativa de editar una revista.” También estudió filosofía en la Universidad de Buenos Aires y se reconoce como: “Un lector de toda la vida”.
El viento golpea en la ventana de la oficina, la estufa que está a la izquierda de la computadora se encuentra prendida. Por una pequeña rendija puede verse la llama, la misma que se vislumbra en los ojos de García al recordar sus primeros pasos en el periodismo al calor de la militancia política: “Los años ´70 fueron de militancia, hice bastante periodismo político, era especialista en ese tema. Conduje algunas revistas, hubo toda una experiencia. Más que nada eran publicaciones de pensamientos, ideas filosófico-políticas.”

¿Cómo aprendió el oficio de ser periodista?
Aprendí a trabajar de periodista trabajando, haciéndolo, experimentando. Hubo una observación específica de cómo era esto, porque no es lo mismo tener el conocimiento de usuario que ponerse del otro lado del mostrador. Además tuve el apoyo de dos periodistas que me ayudaron bastante a desarrollar el oficio. Uno de ellos fue el director de Weekend, José Luís Aldorisio, y el otro un periodista de Página/12 que se llama Facundo Martínez.

La oficina de la localidad de Munro es confortable, García se para, busca y enciende un cigarrillo, fuma. Respira, piensa, habla: “Las notas que más aprecio yo son de dos tipos. Una son las editoriales que escribimos en la revista, porque tienen mucho retorno de parte de la gente. Son piezas cortas, muy trabajadas y las que más esfuerzo demandan. Pero también las que sentís que expresan más cosas de uno, no como periodista solamente. Las otras que me gustan mucho son las notas técnicas, de ingeniería, metalurgia o distintos temas que hacen al diseño de la bicicleta”. El cigarrillo sigue encendido: “Hay muchísimas notas malas. Unas, que en este tipo de revistas son muy comunes, son las que llamo publinotas. Realmente es un trabajo que hago muy mecánicamente, estoy muy acostumbrado, las edito muy rápido. Pero son muy desagradables de escribir. Sentís que no aportas nada, sólo algo de la sintaxis”.

¿Cómo articula la vida personal con el trabajo?
Es difícil. Cuando hay que hacer trabajos largos una vez que arranco no puedo parar, no tengo límites. Es mi estilo para trabajar, soy muy desordenado, trato de cumplir una rutina pero me cuesta. Cuando estoy embalado lo hago y termino así sean las tres de la mañana. Me resulta muy complicado y poco práctico cortar y seguir al otro día. Así como cuando no tengo ganas no me da y no me da. Hay días que tengo que hacer cosas y no rindo en proporción a lo que hago cuando estoy embalado.
García terminó su cigarrillo: “Yo creo que en el periodismo hay que tener dos cosas. Una estudiar. La carrera debe tener una gran formación enciclopédica al estilo antiguo, que creo es absolutamente necesaria, y una gran formación en idiomas, más que nada por la enorme cantidad de material que hay en otras lenguas. A todo eso se suman los conocimientos específicos de la técnica periodística, que la hay y es importante conocerla. No creo que se pueda aprender sola por ensayo o error”.

¿Qué va a hacer ahora?
Nada, estaba esperando para hacer la entrevista y me iba.

García cierra la puerta de calle y las ventanas. Hoy sí volverá temprano a casa. No hay trabajos largos que hacer. O no está embalado.

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