sábado, 6 de diciembre de 2008

En el camino




"Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar"
Eduardo Galeano


Camina, pasa una y otra vez por los mismos lugares. Lleva encima una pesada cruz, un recuerdo, un olor, un perfume de algo que sucedió y no puede olvidar. Todavía tiene esa figura tatuada en su piel y por más que intente de todas las maneras conocidas borrar su marca no puede lograrlo. Camina, lo veo pasar, lleva la cabeza gacha, los ojos vidriosos, de vez en cuando su cara se transforma y en su rostro se dibuja una sonrisa. Será memoria emotiva, el pensar en eso que una vez fue y hoy ya no está. Él no es igual, su vida y su mente cambio, su cuerpo ya no es el mismo pero en el fondo todavía duerme ese guerrero, aguarda el momento indicado para salir, para gritar, para correr y escapar…


lunes, 1 de diciembre de 2008

Suerte para dos



Esta es la noche más triste, porque me marcho y no volveré. Mañana por la mañana, cuando la mujer con la que he convivido durante seis años se haya ido a trabajar en su bicicleta (…), meteré unas cuantas cosas en el bolso, saldré discretamente de casa, esperando que nadie me vea, y tomaré el tren para ir al departamento de Víctor.
Quizás no sea lógico pensar de esta manera y no es lo que haría el común denominador de la gente, seguramente otro en mi lugar trataría de hablar y reparar la situación pero lo hecho, hecho está y no tengo vuelta atrás. Quien podría decirlo. Una persona de clase media baja, con sus años encima (cincuenta años no es poco) y una familia formada. Pese a convivir hace solo seis años ya llevamos 15 de conocernos, toda una vida juntos…
Sería la noche perfecta. Como de costumbre ella prepararía la cena, yo llevaría la botella de vino, después de unos roces juguetones nos trasladaríamos a la habitación donde le haría por última vez el amor. Esa sería la noche más triste de mi vida. Al amanecer luego de su partida al trabajo guardaría en el bolso toda mi ira y rencor y partiría hacia el encuentro de Víctor donde descargaría toda mi locura y me iría para no volver más.
Ya lo dice el refrán “nada dura para siempre”, y así es. La mujer que me juró amor eterno confundió el significado de la palabra eterno. Le entregué mi vida, con ella compartí tristezas, emociones... Ya hace un tiempo que lo sé. Pero no me gustan los escándalos así que esperé. ¿Qué esperé? O ¿Porqué esperé? Quizás sea muy cínico: estuve meditando y pensando cómo sería la venganza. Pero ahora, sentado en el tren, me doy cuenta de que no he pensado bien las cosas. Mi amor por ella es más grande que el odio que siento. Talvez no sea lógico, pero no puedo matar a la persona que hace feliz a la mujer de mi vida. Ya he pasado la estación donde tenía que bajar y aún sigo temblando por el cambio de planes repentino. Sí, creo que es lo mejor que puedo hacer… Ojalá sea feliz…