domingo, 18 de mayo de 2008

El debate que no fue


“Muchísimas gracias, son exactamente las siete de la tarde”. De esta manera la coordinadora de la charla, Susana Reinoso, daba por terminado el aporte de los panelistas que se habían dado cita en la Feria del Libro el lunes 29 de abril para discutir sobre la palabra digital y las nuevas tendencias literarias en relación a Internet. Sólo restaban unos comentarios suyos, a modo de conclusión, como para terminar la exposición que se iba sin pena ni gloria. Del panel participaron el escritor y autor de una blogonovela, Marcelo Guerrieri; el periodista, traductor y autor del blog Wimbledon, Guillermo Piro; el creador de e-Blog, una comunidad que nucléa a los bloggers y también periodista, Leandro Zanoni, y el semiólogo y docente universitario, Oscar Steimberg.

Ya sin los pasillos abarrotados de gente, cosa muy común los fines de semana, la Feria del Libro presentaba otro aspecto. El salón ocre estaba semi vacio, tampoco llegaron muchas más personas minutos antes de que en la sala María Esther de Miguel comenzará el debate (que no fue). La cita estaba pautada de 18 a 19.30, pero comenzó diez minutos después de lo previsto. Al panel fueron llegando quienes serían los portadores de la voz oficial en el tema a tratar. Ya ubicados en la mesa se notaba que faltaba uno de los expositores. Quien no estaba era el periodista y editor de Perfil.com, Pablo Mancini. Nada se dijo al respecto de su baja, tampoco hubo pie a que se pregunte qué pasó.

La sala, con capacidad para 150 personas, estaba ocupada en menos de un tercio. El recinto era iluminado por una tenue luz, estaba alfombrado en un tono gris claro y con sus paredes color petróleo daba una sensación un tanto lúgubre. Esto era contrastado por el rojo chillón del tapizado de las sillas y el dorado, medio opaco por el paso del tiempo y el uso, de su armazón. De las paredes colgaban cuadros, que para saber quién los había pintado tenías que acercarte mucho, ya que los papelitos que daban esa información eran muy pequeños. También había varias bocas de aire acondicionado, una en especial no dejaba de hacer ruido. Al frente se situaba la mesa en donde hablarían los panelistas y a los costados, distribuidos por la sala, cuatro parlantes. En la mesa había un vaso y una botellita de agua mineral para cada uno y sólo dos micrófonos, algo que molestaba cada vez que uno de los panelistas quería hablar ya que tenían que pasarse el aparato creando un enredo de cables y papeles.

La coordinadora comenzó la charla con una cita de El Aleph, de Jorge Luís Borges, y dio paso a la palabra de Guerrieri. El autor de la blogonovela Detective Bonaerense estaba vestido informalmente y contrastaba con los otros panelistas. Esto también se notó en su introducción: “Bueno, buenas tardes, quizás yo no sea tan autorizado en esta mesa pero voy a tratar de hacer algo y que tenga algún interés para lo que han venido”, dijo. A su izquierda Piro miraba sobradamente, cuando fue su turno se mostró un tanto altanero y tildo de falsos escritores a quienes escribían obras literarias en blogs: “El libro es un objeto imperfectible, es cómodo, es práctico”, dijo. “Detesto leer en pantalla, por eso no me gustan los libros digitales” y no aporto mucho más. Zanoni, quien hasta ahora no había participado le respondió que los blogs están bastante ajenos a la crítica literaria que no se los puede comparar con los libros. No se puede tomar a las novelas escritas en blogs como meros objetos literarios, hay que contextualizarlos en el formato en el que son escritos, hay que buscar los matices. Como dijo minutos más tarde Steimberg: “Hay que ver el quiebre en la unidad del lenguaje”. Según él, los blogs son distintos de los libros: “No hay mejor que un libro para leer en forma lineal”, expresó. Aquí es donde se encuentra el punto de reflexión, las novelas en blogs no tienen porque ser lineales. Hay que aprovechar las posibilidades que genera el medio: hipervínculos, imágenes, videos, entre otras tantas. Guerrieri recordaba Rayuela, de Julio Cortazar, y decía que (en este libro se) trataba de quebrar la linealidad al hacer esos saltos de capítulos, que Cortazar luchaba contra la linealidad del papel.

La charla seguía, así como también el ruido del aire acondicionado. Reinoso le pidió a Steimberg que piense una respuesta a la pregunta “¿Qué pasa con el quiebre en la continuidad del lenguaje?” y luego pidió a los demás panelistas que contaran sus experiencias. Guerrieri contó la suya, y dijo que su forma de escribir era con hipertextualidad. A modo de disculpa, por lo que había dicho acerca de los que escribían literatura en los blog, Piro respondió: “Siento mucho respeto por la hipertextualidad”. Son muchos los autores de blogs que escriben de esta manera, es decir que puede haber palabras que al clickear en ellas te llevan a otro lado del ciberespacio, aportando nuevos datos. Sin embargo hay otras personas que escriben en forma lineal, cosa que es también válida. Piro seguía siendo el más controvertido de la mesa, entre otras cosas dijo que el no soportaba los comentarios que se dejan en los blogs, designo a quienes lo hacen como “los boluditos” y que parecen “interventores terroristas de pavadas”. Una ves más la respuesta vino por parte de Zanoni, no porque estuviera en descuerdo con él y quisiera debatir, sino porque toda la exposición se basó en monólogos de cada uno de los panelistas contando sus experiencias y opiniones. El orden era Guerrieri, Piro, Zanoni, Steimberg. Este último pensaba la respuesta a la pregunta formulada anteriormente y estaba ensimismado en sus papeles mientras los otros exponían.

“Rápido que nos queda poco tiempo”, sentenció Susana Reinoso y le dio la palabra a Steimberg, que debería responder a la pregunta antes formulada. La respuesta fue una serie de pensamientos suyos pero que no respondían a la pregunta. Al concluir todos lo miraron como esperando algo más. Pasó el micrófono por delante de todos y se lo entregó a la mujer que dio por concluido el debate. Fueron 50 minutos de monólogos. Algo parecido fue también el cierre por parte de la coordinadora que dijo: “En la realidad se nos cuela la ficción”, no hubo aplausos.



jueves, 1 de mayo de 2008

La feria y la gente


Primero quiero aclarar que no soy amante de la Feria del Libro. Quizás sea por eso que no guardo mayores recuerdos. Me molesta la gran cantidad de gente y el ruido en demasía que genera la acumulación de personas en un lugar así.
De chico mis viejos me llevaron un par de veces. Por un tiempo largo dejé de ir y hace unos años volví a visitarla. Era viernes a la tarde, cuando llegué del trabajo pasé a buscar a la persona que me iba a acompañar. Juntos fuimos a la parada del 41, con recorrido Carapachay-Boedo. El colectivo era una lata de sardinas. En el interior se apiñaban como podían los pasajeros, los olores se mezclaban con los ruidos de los celulares y el bochinche que venía de la calle, el viaje se hizo bastante largo y tedioso, pero al fin llegamos.
Ya en el predio de la Rural el conglomerado de gente hacía difícil el tránsito por la exposición. Pararse a ver un libro en algún puesto era una odisea, uno era arrastrado por mareas de gente de un stand a otro y en ninguno se podía ver nada, sólo íbamos a donde el malón nos llevaba. De repente, como por azar aparecía algún puesto vacío, una suerte de oasis en el desierto. Al acercarme descubrí que lo que allí ofrecían eran libros del tipo “Hágalo usted mismo” los títulos iban de “cómo fabricar un placard” a “Teoría y práctica del origami”, una empresa muy noble pero que no debe tener muchos adeptos en nuestras pampas. Seguimos el recorrido, o la gente nos lo hizo seguir, hasta que mis pies dijeron basta. Ese día me había puesto un par de zapatillas nuevas -un error- que me provocaron unas ampollas bastantes dolorosas. Es como cuando uno va en procesión a Lujan, le dicen que no use calzado nuevo, que se ponga cosas cómodas y otras recomendaciones que no vienen al caso. Por eso, si va a la Feria del Libro lleve calzado cómodo.
Hay otra cosa que no entiendo de la feria, porqué la gente hace colas eternas para que les firmen los libros. Había una cola, muy larga, que era para que Narda Lepes te firme su último libro de cocina. Ciertas personas estaban ahí desde hacía ¡40 minutos! Vamos, es sólo Narda, ¿qué fue lo que hizo? ¿Si se encuentran a alguna celebridad en serio se pasan todo el día para ver si consiguen su autógrafo?
Por eso, cuando quiero un libro voy a alguna librería de la calle Corrientes o al Parque Rivadavia. A mi entender ahí está la verdadera Feria del Libro.


Foto:Gustavo Jononovich